noviembre 09, 2005

Libros que no terminaré

Aunque se que es casi herético, hice una lista de libros que en estos meses he empezado y abandonado. Hay gente que piensa que dejar un libro por la mitad es pecado, yo pienso que un libro se tiene que ganar el derecho a que yo lo termine. Y así, dejo en un tercio La Isla del día Antes, de Umberto Eco. Me había gustado bastante su novelita El nombre de la Rosa, me interesaba la época histórica y sobre todo los "fraticelli", esos hippies que el hermano Francisco dejó pululando y molestando sobre el seno virtuoso de la madre Iglesia. La historia, bien contada, me divirtió bastante, y mucho más la película que parece hecha por alguien que no entendió el chiste principal de Eco, acerca de la falibilidad de los procesos deductivos. Tambien me gustó El péndulo de Foucault, pero más por la impresionante data que tiene sobre el mundo esóterico que por la novela en sí misma. La isla del día antes, no pude digerirla y eso que, como Ud. sabe, colecciono historias de naufragios, pero acá, con la excusa de un naufragio despliega toda una parafernalia de erudición histórica sobre el siglo XVI o XVII en el norte de Italia, y sus pequeñas guerras y costumbres que terminaron aburriéndome: yo quería naufragio y lo que había era costumbrismo histórico.

Y habando de costumbrismo histórico, dejé también la autobiografía de Gore Vidal, un autor que me impresionó mucho cuando leí La ciudad y el pilar de sal y me entretuvo con su Creación y también con Mesías, pero sucumbí en Una Memoria, al larguísimo capítulo sobre el senador Gore que era abuelo de este muchacho que forma parte de la estirpe de los Gore, a alguno de los cuales le robaron una presidencia hace algunos años, si mal no recuerdo. Y los entretelones de la vida de los Kennedy y otros amiguetes del chaval no lograron interesarme como para avanzar más allá de dos quintos de la historia.

Anthony Burguess prometía: cualquiera piensa que el autor de La Naranja Mecánica, sólo puede hacer obras muuuy bueeeenas. Pero El Reino de los réprobos, que trata del origen del cristianismo, me desilusionó. Ahí le digo que no llegué a las cien páginas, nada me resultaba muy creíble, y el refrito de las fuentes históricas -recuerde Ud. que es algo de lo que conozco bastante- me resultó bastante obvio. De todos modos, una novela sobre ese período es difícil que me guste, aunque Ud. ponga el grito en el cielo, tengo que decirle que el Evangelio de Jesucristo de su querido Saramago tampoco me gustó, y posiblemente no me gustaría El Rey Jesús de Robert Graves ni El Evangelio del Hijo de Norman Mailer si los leyera. Para la vida de Cristo, los evangelios o Kazantzakis.

Termino con otra del tema naufragios: sabía que Coetzee, el premio nobel , había reescrito la historia de Robinson Crusoe, en una novela que se llama Foe. Finalmente, como muchos textos de Coetzee, llegaron a estas tierras y pude leerla, pero pese a que es bastante corta, no llegó a interesarme en absoluto esta historia de una mujer que cae en la isla de Robinson. Fue desilusión a primera vista, pese a lo cual intenté remar hasta llegar a alguna tierra en la que hacer pie, pero no había nada en ese texto que me atrayera.