agosto 14, 2007

Gordo

Me gustó Gordo, un libro que leí hace un tiempo y que vuelvo a tener entre manos porque mañana lo tengo que devolver. Monchón es un típico gordo desde chico, que se cree rebelde e incomprendido para no ver que está solo, y que cree sentirse a gusto porque ama la comida y adora cocinar y para colmo trabaja crítico gastronómico, pero la verdad es que casi siempre querría desaparecer. Y efectivamente, cuando empieza la enésima dieta de su vida, de repente empieza a notar que diferentes partes de su cuerpo -¿las que ya no ve, las que no logra alcanzar?- se vuelven invisibles. Y su terror llega a la cumbre cuando nota que empieza a perder, también, el sentido del gusto.

La historia, dividida en recetas en lugar de capítulos, es original y divertida, un buen resumen de todos los padecimientos que atraviesa un gordo en cualquiera de los aspectos de su vida. La comida es omnipresente en la vida de Monchón y en el libro, causa principal de sus mayores placeres, traumas, culpas y sufrimientos. Las descripciones obsesivas de los platos dejan la sensación de que uno podría paladearlos y hasta empacharse. Y el remate está muy bueno, a pesar de ser casi un final de cuento de hadas: Monchón recupera su cuerpo y sus sentidos en plena faena sexual con Julia, que "lo ama por ser como es".